LA HERMOSURA DE LA CENA DEL SEÑOR
por Pablo Melton
En casi toda cultura, es costumbre honrar la memoria de los seres queridos a través de decorar sus sepulturas con flores de gran colorido. En muchas necrópolis bien atendidas, las lápidas mortuorias y estatuas están situadas en medio de un jardín de rosas u otras flores fragantes. La belleza espectacular de tales memoriales cautiva la imaginación del espectador.
Tan hermosos que pueden ser estos homenajes, no hay monumento conmemorativo más hermoso que la Cena del Señor. Este memorial semanal elaborado por las manos del Cristo crucificado mantiene vivo su amor en el corazón de sus discípulos (Hch.20:7; Gá.2:19; Lc.22:19). En este estudio examinaremos tres aspectos de la cena del Señor que destacan su hermosura.
I. LA HERMOSURA DE LA CENA DEL SEÑOR RADICA EN SU SIMPLICIDAD
Hay belleza en la simplicidad. Platón escribió, “La belleza en el estilo, harmonía, la gracia y el buen ritmo dependen de la simplicidad”. El modelo establecido por Cristo de usar una sola copa y un solo pan en la mesa del Señor es tan sencillo, pero es precisamente esa sencillez que le da su hermosura. Lamentablemente, algunos se han desviado del ejemplo de Cristo, y por lo tanto han robado la cena del Señor de su hermosura primitiva.
PAN SIN LEVADURA – ¿Qué clase de pan tomó Cristo? Encontramos la respuesta en la temporada del año cuando Cristo instituyó esta cena. Cuando Cristo tomó pan, era durante “la fiesta de los panes sin levadura” (Mateo 26:17). Ya que era prohibido comer levadura en el tiempo de la pascua (Éxodo 12:15), parece claro que Cristo usó pan SIN levadura.
UNA UNIDAD DE PAN – Jesús tomó UN pan. La Biblia dijo: “Tomo Jesús el pan” (Mateo 26:26). Cristo estaba dejándonos un ejemplo. Si Jesús hubiera tomado varios panes, obleas u hostias, podríamos justificar el uso de varios hoy día. Al contrario, el Señor no sólo nos ha dejado el modelo de usar uno, sino que nos mandó hacer lo mismo. Y con razón, porque Cristo tenía un cuerpo físico, representado por el pan. Por lo tanto lógicamente, tendría que haber un pan. El uso de varios panes en la cena del Señor simbolizaría que Cristo tiene varios cuerpos físicos. De la misma manera, Cristo tiene solamente un cuerpo espiritual, la iglesia (Efesios 4:4; 1:22-23). 1 Corintios 10:17 dice: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan”. ¿Puede hombre alguno pensar en una representación más sencilla y hermosa que la participación de todo el cuerpo espiritual de Cristo del cuerpo simbólico de Cristo?
EL PARTIMIENTO – Mateo 26:26 dice: “Tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió”. ¿Cómo partió Jesús el pan? ¿Lo partió por la mitad? ¿Lo partió en doce pedazos o solamente partió un pedazo para sí mismo? Encontramos la respuesta a esta pregunta en Lucas 22:19, “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”. Después de partir el pan, mandó a sus discípulos duplicar su acción, diciendo “haced esto”. “Esto” es un pronombre que tiene como antecedente la acción de Cristo. En otras palabras, Cristo pidió a sus discípulos que hicieran lo que acaban de presenciar. Si Jesús hubiera partido el pan en dos pedazos o en cien pedazos, los discípulos no podían imitado su acción. Pero si, partió un pedacito y lo comió, esa acción podrían hablarla duplicado. Hechos 20:7 dice que los discípulos de Troas se reunieron “para partir el pan”, y no para que otro hermano lo partiera por ellos. 1 Corintios 10:16 lo llama “el pan que partimos”, no el pan que el predicador parte por nosotros.
Asimismo, vemos la simplicidad hermosa del modelo de Cristo de usar una copa. Mateo 26:28— “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos”.
UNA COPA LITERAL – La palabra “copa” viene de la palabra griega “poterion” y significa “una copa, una vasija para beber….la cosa de la cual uno bebe” (diccionario Thayer). Es imperativo concluir que el Señor tomó una copa literal o un recipiente de bebida. Y dentro de esta copa había “fruto de la vid” (Mateo 26:29). El fruto de la vid no era la copa, como algunos razonan incorrectamente.
UNA COPA LLENA – La copa o cáliz que tomó Jesús era de material sólido y dentro de ella había un líquido (fruto de la vid). Por lo tanto, la Biblia nunca habla una copa vacía con referencia a la Cena del Señor, sino una que contiene el fruto de la vid.
UNA COPA SIGNIFICATIVA – Hace un poco un más de cien años, surgió una controversia acerca de cuantas copas se puede usar en la cena del Señor. Algunos afirmaban que la copa no tiene ningún significado, y por lo tanto, no importa cuántas copas se usa en la cena del Señor. Pero la Biblia dice todo lo contrario. De hecho, le asigna un significado muy preciso a la copa. Cristo dijo en 1 Corintios 11:25: “Esta copa es el nuevo pacto”. La copa literal que contiene el fruto de la vid simboliza el nuevo pacto en la sangre de Jesús. Dado que hay un solo nuevo pacto, debe haber una sola copa. Para esta práctica, tenemos un ejemplo aprobado y un mandamiento específico. Cristo manda en Mateo 26:28 “Bebed de ella todos” y en Marcos 14:23 encontramos el ejemplo aprobado, “bebieron de ella todos”. Pero ¿en qué texto se encuentra autorización para usar copitas individuales? No hay ejemplo bíblico ni mandamiento divino.
No hay nada más hermoso que seguir el modelo sencillo de usar un pan y una copa tal como Cristo lo instituyó.
II. LA HERMOSURA DE LA CENA DEL SEÑOR CONSISTE EN SU SIMBOLISMO UNIFICADOR
La palabra “comunión” viene de la palabra griega “koinonia” y significa “participación junta, tener en común, compartir juntos”. Cuando pasamos el pan y cada hermano lo parte, esto ilustra que TODOS tuvimos parte en clavar el cuerpo de Cristo en la cruz. Por eso, el apóstol lo denomina una “comunión” o participación junta del cuerpo de Cristo. 1 Corintios 10:16, 17 dice: “El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.”
El acto de partir el pan simboliza nuestra parte en la crucifixión del cuerpo de Cristo. Su cuerpo fue partido a causa de los pecados de todos nosotros, y eso se ve reflejado en la participación de TODOS los miembros del mismo pan. Al contrario, si cada miembro recibiera su propia oblea o su propio pan, ya no estaríamos “compartiendo” nada juntos y como consecuencia, no existiría una comunión (participación junta) del cuerpo de Cristo.
De la misma manera, cuando todos bebemos de la copa, esto ilustra que TODOS entramos en el mismo pacto con Dios el día que fuimos bautizados. Ese día de nuestra conversión, entramos en un pacto con Dios, prometiéndole fidelidad. Pero ese pacto no existiría si no fuera por la sangre de Cristo (Hebreos 9:18). Por eso, Cristo dice, “Esta copa es el nuevo pacto EN MI SANGRE”– porque ese pacto fue sellado con la sangre de Cristo. Si cada persona tomara de su propia copita, esto representaría que cada persona tiene su propio nuevo pacto. Pero Cristo “es mediador de UN nuevo pacto”. (Hebreos 9:15). Así que al bautizarnos en Cristo, TODOS entramos en el mismo pacto que deriva su poder de la sangre de Cristo. Todos participamos de la misma copa, y así existe una comunión o “participación junta” de la sangre de Cristo. Si celebramos la Cena del Señor correctamente, verdaderamente es una hermosa expresión de nuestra común salvación.
III. LA HERMOSURA DE LA CENA DEL SEÑOR ESTRIBA EN LA FE Y EL AMOR QUE REQUIERE
A principios del siglo XIX, con el descubrimiento de la bacteria, la comunidad médica asustó al pueblo hablándoles de los contagios que se podrían transmitir a través de compartir recipientes y utensilios. Por lo tanto, algunos hermanos comenzaron a proclamar que el uso de una sola copa era antihigiénico. Se negaban a beber después de otras personas en la asamblea. Tenían miedo de contagiarse con una enfermedad grave. Pero ¿no cree usted que Cristo sabía lo que estaba haciendo al establecer la cena? Si fuera peligroso beber de una copa, ¿no cree que Cristo lo hubiera establecido de otra manera?
Además, se han realizado muchos estudios científicos imparciales acerca de la higiene de tomar de una sola copa y casi unánimemente han concluido que el riesgo de que una persona ingiera bacteria dañina de beber de la copa del Señor es prácticamente inexistente. Una de las investigaciones científicas reveló que es más peligroso tocar el pomo de una puerta con la mano, que beber de la copa de comunión.
Pero la cosa más importante es que cuando tomamos de la misma copa tal como Cristo lo hizo, en ese momento, demostramos nuestra fe en el gran médico que nos ama (Ex.15:26; 23:25; Pr.3:5). No nos preocupamos por contraer una enfermedad al obedecer su mandamiento de beber de una copa. Cristo nos ama intensamente y nunca nos mandaría hacer algo que pondría en peligro nuestra salud. Si seguimos la voluntad de Dios en usar una copa, es una hermosa demostración de nuestra fe en el amor de Cristo.
Conclusión:
Siempre y cuando se celebra la cena del Señor sencillamente según las instrucciones bíblicas es hermosa. Pero en el momento en que el hombre la cambia, multiplicando el número de panes y copas, pierde la hermosura de su simplicidad, su simbolismo y su valor. Lamentablemente, a través de los siglos, se ha hecho cambio tras cambio hasta el día presente, y hoy la manera de celebrar la cena en muchas iglesias no se parece en lo más mínimo al hermoso acto que Cristo instituyó. ¿Cómo podemos restaurar la hermosura de la cena del Señor? Solamente cuando los hombres deciden permanecer con lo que está escrito en la Biblia, sin quitar ni añadir.