EL REINO: EL GRANO DE MOSTAZA

 Comentario de W. Barclay
[con comentarios de Pablo Melton entre corchetes]
Mateo 13:31-32

Introducción:

La planta de la mostaza que se da en Palestina es muy diferente de la de otros países, pero igual que la de la Península Ibérica. Estrictamente hablando, no es la más pequeña de las semillas, porque aún es más pequeña la del ciprés, por ejemplo; pero era proverbial por su pequeñez en el Oriente, como sucede con el comino en español. Por ejemplo: los judíos hablaban de una gota de sangre tan pequeña como un granito de mostaza; o, refiriéndose a un punto minúsculo de la ley ceremonial dirían que era una trasgresión tan pequeña como un grano de mostaza; y el mismo Jesús usó esta expresión refiriéndose a la más mínima expresión de la fe (Mateo 17:20).

En Palestina, la planta de la mostaza llegaba a ser casi como un árbol. Thomson dice en La Tierra y el Libro: «He visto esta planta tan alta como un caballo con su jinete en la fértil llanura de Akkar.» Y también: «Con la ayuda de mi guía arranqué una planta de mostaza auténtica que tenía más de tres metros de altura.» No se exagera en esta parábola.

I. EL COMIENZO HUMILDE DEL REINO DE CRISTO

Jesús dijo que Su Reino [su iglesia] era como un granito de mostaza, que se hace como un árbol cuando crece. La lección estaba más clara que el agua. El Reino del Cielo parte del comienzo más humilde, pero nadie sabe dónde terminará. En el lenguaje oriental, y también en el del Antiguo Testamento, una de las figuras más corrientes de un gran imperio es la de un árbol frondoso, y las naciones vasallas se representan como los pajarillos que encuentran cobijo y descanso entre sus ramas Ezequiel 31:6). Esta parábola nos enseña que el Reino del Cielo [tuvo un comienzo pequeño pero progresivamente se ha ido expandiéndose hasta reunir en su seno gente de todas las naciones.]

[El reino de los cielos es la iglesia que tuvo sus origines en el cielo.   Cristo estableció su reino en la tierra en el día de Pentecostés en Hechos 2.  En ese día Jesucristo, tal como le había prometido a Pedro en Mateo 16:18.19, edificó su iglesia, la iglesia de Cristo.  Ese mismo día Pedro usó las llaves del reino de los cielos y abrió las puertas y entraron casi tres mil judíos (Hechos 2:41).  En comparación con los miles de millones de habitantes en la tierra, tres mil es como un grano de mostaza, un comienzo muy pequeño, pero que se ha ido expandiendo a través del mundo y han entrado miles y miles en ese reino (principalmente gentiles) desde su comienzo humilde en el primer siglo.  Por cierto, en Apocalipsis 7:9 el apóstol Juan vio en el cielo “una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus, y pueblos y lenguas…vestidos de ropas blancas”].

Además, era corriente ver una grey de pájaros revoloteando en torno a un arbusto de mostaza, porque les encantan los granitos negros que produce, y se posan en sus ramas para comerlos. [Es posible que estos pájaros que reposaron en el árbol representen a los gentiles que formaron parte del reino de Cristo. Como ya vimos, la semilla de mostaza representa los casi tres mil judíos que fueron salvos y añadidos a la iglesia el primer Pentecostés después de la resurrección de Cristo (Hechos 2:47).  Cuando el reino hubo crecido un poco, los gentiles como pájaros acudieron en manada a la iglesia (que es el reino del cielo) unos ocho años después, comenzando con la familia de Cornelio.   Tal como los pájaros suelen cantar, así nosotros los gentiles nos encontramos en el ramaje del reino de los cielos, cantando y alabando al Señor porque habernos permitido formar parte del reino de Cristo (Romanos 15:9-12).]

II. EL CRECIMIENTO DEL REINO DEPENDE DE NOSOTROS

[Grandes tareas como la conversión del mundo y las reformas prominentes siempre emergen de inicios muy humildes.]

1.  La conversión del mundo empieza con el evangelismo de alguien.

[Hch.8:4; Filipenses 2:15, 16].  Cecil Northcott cuenta en uno de sus libros que hubo una reunión de jóvenes de muchos países para estudiar cómo se podía extender el Evangelio. Hablaron de propaganda, de literatura… en fin: de todos los medios al uso en el siglo XX. Entonces habló una chica de África: «Cuando queremos llevar la fe cristiana a una de nuestras aldeas, no les mandamos libros. Escogemos una familia cristiana, y la enviamos allí, y hacen que sea una aldea cristiana viviendo en ella.» En un grupo, o en una sociedad, o escuela, o fábrica, o tienda, u oficina, una y otra vez es el buen ejemplo de una persona lo que lleva el Cristianismo. Es esa persona que brilla con el fuego de Cristo la que inflama a todas las demás. [Lucas 11:33; Mateo 5:14-16].

2.  Una reforma empieza por una persona.

[La reforma de Josías ilustra las hazañas que puede realizar un solo varón de Dios – 2 Reyes 23:3-4]

Ilustración: Una de las grandes historias de la Iglesia Cristiana es la de Telémaco. Era un ermitaño en el desierto, pero sintió la necesidad de ir a Roma. Y fue. Roma ya era nominalmente cristiana; pero hasta en la cristiana Roma seguía habiendo luchas de gladiadores a muerte, y multitudes que rugían de sed de sangre. Telémaco se dirigió a los juegos: ochenta mil personas los estaban contemplando. Se horrorizó. ¿No eran hijos de Dios esos que se mataban? Saltó de su asiento a la arena, y se colocó entre los gladiadores. Le apartaron de un empellón. Volvió. La multitud se enfureció: se pusieron a apedrearle. Él siguió luchando por colocarse entre los gladiadores. El prefecto dio la orden. Una espada resplandeció al sol. Telémaco cayó muerto. Inmediatamente la multitud dejó de gritar. Se dio cuenta de pronto de lo que había sucedido: un hombre santo yacía muerto. Algo sucedió aquel día en Roma, porque ya no volvió a haber peleas de gladiadores. Con su muerte, un solo hombre había puesto en movimiento algo que iba a limpiar el Imperio Romano de una de sus lacras.

[Tal vez no nos tocará hacer obra tan grande como la de Josías, de los apóstoles o de los héroes de la fe, pero no faltarán a nuestra alrededor cosas pequeñas en las cuales los esfuerzos de cada cristiano puedan promover el crecimiento del reino de Cristo. Isaías 6:8]

Como dice el poeta:

1 Escuchad, Jesús nos dice: – ¿Quiénes van a trabajar?
Campos blancos hoy aguardan – que los vayan a segar.
Él nos llama cariñoso, – nos constriñe con Su amor.
¿Quién responde a Su llamada: -Heme aquí, yo iré, Señor?.

2 Si por tierras y por mares – no pudieres transitar,
tu vecino está a tu puerta – a quien puedes auxiliar.
Si careces de riquezas, – de lo que tuvieres da:
si por el Señor lo dieres, – Él te recompensará.

3 Si cual inspirado apóstol – no te es dado predicar,
bien decir a todos puedes – cuánto supo Cristo a Marcos
Si el peligro no lograres – que comprenda el pecador,
puedes conducirle niños – al divino Salvador.

Una reforma tiene que empezar en algún sitio. Puede que no sea en una nación, sino en un hogar o en un trabajo; pero una vez que empiece nadie podrá saber hasta dónde llegará. [Así el reino de Dios sigue creciendo con gran poder utilizando instrumentos humildes como usted].

Conclusión:

Esta fue una de las parábolas más personales de todas las de Jesús. Algunas veces sus discípulos tenían que haber estado desanimados. Su compañía era tan reducida, y el mundo tan extenso. ¿Cómo podrían llegar a ganarlo y cambiarlo? Sin embargo, una fuerza invencible había entrado en el mundo con Jesús. Hugh Martin cita lo que dijo H. G. Wells: «La Suya es con mucho la Figura dominante de la Historia… Cualquier historiador sin anteojeras teológicas tiene que darse cuenta de que no puede representar el progreso de la humanidad sin darle el lugar supremo que le corresponde a un Maestro sin blanca de Nazaret».

Jesús les estaba diciendo a Sus discípulos, y les está diciendo a sus seguidores de hoy, que no debe haber desaliento, que deben servir y testificar cada uno en su sitio, que cada uno debe ser el humilde principio desde el que el Reino crezca hasta que todos los reinos del mundo lleguen a ser de nuestro Señor y de su Cristo (Apocalipsis 11:15).

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